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miércoles, 25 de julio de 2018

Castigos romanos: Poena Cullei, la terrible pena para los parricidas.

La última oración de los mártires cristianos. Jean-Léon Gérôme 1883
A pesar de que en la actualidad está en discusión en muchos países la moralidad de la pena de muerte, es sabido que hace miles de años se practicaba como algo natural. Los derechos humanos tardarían varios años más en ser discutidos y aceptados, por lo tanto este tipo de penas eran cosa de todos los días.

Incluso era parte de la diversión de los ciudadanos ir al circo a ver como los sentenciados eran quemados, crucificados o devorados por las fieras entre otras opciones. Tenían espectáculos para todos los gustos (o mal gustos).

Sin embargo, no todas las penas se cumplían en el circo. Aquel que asesinase a su padre o madre debía sufrir la poena cullei.

La poena cullei, en latín "pena del saco", consistía en meter al acusado dentro de un saco de cuero, coserlo y arrojarlo al agua. Con el tiempo comenzó a realizarse con animales vivos arrojados en el saco junto al parricida.

El castigo.

Castigo del Saco, bosquejo del año 1560 que muestra la pena capital
Castigo del Saco, bosquejo del año 1560 que muestra la pena capital
Si bien la poena cullei fue variando durante los años, el historiador Theodor Mommsen describió los diferentes elementos rituales hallados en diversas fuentes escritas.

Primero, la persona era azotada con varillas de color sangre y su cabeza era cubierta con una bolsa hecha de piel de lobo (según Cicerón, la bolsa era de cuero). Se le colocaban zapatos de madera en los pies y luego era introducido en el cullei, un saco hecho de cuero de buey.

Junto al criminal, se colocaban animales vivos en el saco. Entre ellos serpientes, gallos, monos y perros. Luego el saco se cosía y se llevaba en una carreta conducida por bueyes negros al arroyo o mar más cercano, donde era arrojado con la víctima (y los pobres animales) dentro.


Variaciones en el tiempo.

Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma y, probablemente, el primero en usar la poena cullei.
Tarquinio el Soberbio, último rey de Roma y, probablemente, el primero en usar la poena cullei.

El historiador Valerio Máximo conecta el origen de esta pena con el rey Tarquinio el Soberbio, quien gobernó roma en el siglo VI a.C.. Supuestamente, el rey nombró a dos sacerdotes para que custodiara los famosos libros sibilinos, pero uno de estos reveló algunos secretos de los mismos y el rey lo sentenció a muerte por poena cullei.

Con el tiempo esta pena se usó también para los parricidas y matricidas, siendo en el año 90 a.C. la primer constancia que se tiene de este caso. En el tratado "Retórica a Herenio", de autor desconocido, se relata la suerte de Publicius Malleolus, sentenciado a la poena cullei por matar a su madre.

Ya en el siglo I d.C., Séneca el Joven dice que "El Emperador Claudio cosió más hombres en el culleus en cinco años de lo que la historia dice que fueron cosidos en todos los siglos anteriores. Vimos más cullei que crucifixiones".


Por otra parte, una descripción bastante detallada llega a nosotros a través del jurista Heredio Modestino, de mediados del siglo III d.C.:

"De acuerdo con la costumbre de nuestros ancestros, el castigo instituido para el parricidio fue el siguiente; un parricida es azotado con varillas de color sangre, luego cosido en un saco con un perro, un gallo del estercolero, una víbora y un mono; luego el saco es tirado a las profundidades del mar. Este es el procedimiento si el mar está cerca; de lo contrario, es tirado a las bestias de acuerdo con la constitución del deificado Adriano".

El emperador Constantino autorizó el uso de esta pena, e incluyó en ella también a los padres que mataran a sus hijos.

Finalmente, hacia el año 890 d.C., la poena cullei fue eliminada para los parricidas en el código de la ley Basilika por el emperador bizantino León VI el Sabio.
León VI el Sabio, emperador bizantino que eliminó la poena cullei en la Ley Basilika

Sentimiento de los romanos.

Podemos conocer un poco acerca de lo que sentía la gente acerca de estos crímenes gracias a los escritos de Marco Tulio Cicerón, en su discurso de defensa de Sexto Roscio en el año 80 a.C., quién había sido acusado de asesinar a su padre:

"Ellos (las generaciones anteriores) estipularon que los parricidas deben ser cosidos en un saco mientras aún viven y arrojados al río. ¡Qué sabiduría tan grande mostraron estos caballeros! ¿No parece que ellos han apartado al parricida de todo el reino de la naturaleza, privándolo del golpe del cielo, del sol, del agua y de la tierra, asegurando así que todo el que ha matado al hombre que le dio su vida sea negado de los elementos que, según se dice, todas las vidas derivan? Ellos no querían que su cuerpo sea expuesto a los animales salvajes, en caso de que los animales se volvieran más salvajes al estar en contacto con tal monstruosidad. Tampoco querían arrojarlo desnudo al río, por miedo a que su cuerpo, arrastrado por el mar, pudiera contaminar el elemento por el cual se cree que todo lo demás es purificado. En resumen, no hay nada más simple, o más comúnmente hallado, para meter adentro a un parricida (...). Estos hombres viven, mientras pueden, sin ser capaces de respirar aire puro; mueren sin que la tierra toque sus huesos; son arrojados por las olas sin que su cuerpo sea purificado y, al final, son eliminados de todo sin tener, aún sobre las rocas, un lugar para descansar en paz."
"Cicerón denuncia a Catilina", fresco de 1880 por Cesare Maccari.
"Cicerón denuncia a Catilina", fresco de 1880 por Cesare Maccari.

¿Qué opinas tú sobre la poena cullei? ¡Deja tus comentarios!

1 comentario:

  1. El artículo está interesante, solo me parece que al inicio se peca de exceso de subjetividad, pues hay que contextualizar lo que se denomina "diversión" y "mal gusto".
    Sin ir muy lejos, aún en nuestros tiempos, tendríamos que ser muy inocentes para negar el hecho de que todo soldado es entrenado para matar, eficientemente y sin remordimientos. Similar papel jugaban los violentos espectáculos romanos para un pueblo guerrero, conquistador, saqueador y esclavizador.

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